Pandemia y vuelta a las aulas, un debate abierto

El Gobierno de la Ciudad anunció el retorno a las clases presenciales para los niveles inicial, primario y secundario, pero la comunidad educativa tiene distintas posturas al respecto. Colectivos de padres y madres tienen fuerte presencia en redes sociales. A menos de tres semanas de la fecha programada, casi 700 mil estudiantes y miles de integrantes del personal docente y no docente deberían coexistir en cada uno de los 2800 establecimientos porteños. ¿Están preparadas las escuelas para el retorno?

Por Mateo Lazcano,
para la Cooperativa de Editores Barriales EBC

La pandemia trajo un tiempo de excepcionalidad en todas las esferas de la vida cotidiana, y lo que parecía normal se transformó en imprevisible. Así, cuando un febrero común hubiese encontrado a la Ciudad de Buenos Aires en la víspera del comienzo del ciclo lectivo, el segundo mes de 2021 muestra un complejo debate en torno a la vuelta a clases presenciales; la vuelta a las aulas.

En reiteradas conferencias de prensa, el Gobierno porteño fue enfático y sostuvo que desde el 17 de febrero comenzará el ciclo lectivo. Será de manera presencial y con todo el alumnado, con pocas diferencias respecto de lo que sucedería si no existiera el coronavirus. A finales de 2020, las autoridades de la Ciudad habían implementado un retorno a la presencialidad más moderado, solo para integrantes de los cursos superiores de cada nivel y en algunas jornadas de la semana.

Los gremios docentes, apoyados por dirigentes de la oposición a Horacio Rodríguez Larreta, muestran sus reparos a la posibilidad de volver a las aulas en menos de tres semanas, cuando los casos de Covid-19 no se detienen y la vacuna aún no se aplicó al personal educativo. En el medio de las dos posturas queda, dividida, la comunidad de padres, madres y tutores.

Con el correr de los meses, se fueron formando colectivos que los agrupan, según su aval o no al regreso a la presencialidad en febrero. “Padres Organizados” reclama desde 2020 la vuelta de los alumnos a las escuelas. “El acceso a la educación no se resuelve desde la virtualidad, sino que requiere de manera urgente la presencialidad”, explica María José Navajas, miembro del grupo.

“La extensión de una escolaridad virtual por tantos meses ha generado efectos perniciosos y daños palpables en la salud física y emocional de niños y adolescentes, y ha dejado fuera del sistema a más de un millón de estudiantes. Además de las cuestiones de aprendizaje de contenidos académicos, los chicos, en todo el tiempo sin ir a las aulas, fueron perdiendo el ámbito de socialización primordial que brinda la escuela”, aporta.

“Familias por un retorno seguro a las escuelas” no refuta ese planteo, sino que difiere en cuanto a que este sea el momento para ello. “La presencialidad debe darse recién cuando estén dadas las condiciones básicas sanitarias, de infraestructura y de inmunización. Actualmente, hay un semáforo epidemiológico que el Gobierno nacional consensuó con las provincias, y está en rojo, por lo que no está garantizada la seguridad de docentes, niños y niñas. Queremos el regreso seguro”, señala desde allí Carolina Fabrizio.

Para “Padres Organizados”, la vuelta tiene que ser urgente y completa. “En varios lugares se enuncia un plan de regreso bajo un sistema ‘híbrido’ o ‘bimodal’ que no se justifica desde el punto de vista epidemiológico ni tampoco pedagógico. Sobre todo en edad primaria, la educación presencial es fundamental para la socialización y la incorporación de los contenidos, y para el desarrollo de aptitudes y destrezas en una etapa clave para su futuro”, comenta Navajas. En el mismo tono, agrega que para quienes concurren a la secundaria, un formato “bimodal” puede implicar directamente la deserción escolar en muchos casos.

En los últimos días de enero, el Gobierno de la Ciudad presentó el protocolo para el regreso. El mismo supone la asistencia de los tres niveles educativos desde el 1 de marzo, concurriendo cuatro horas diarias todos los días hábiles. Y establece que “cada escuela deberá diseñar su propia propuesta de organización, de acuerdo a las pautas generales establecidas”.

Para Fabrizio, con sus medidas la gestión de Rodríguez Larreta “deslinda responsabilidades y hace una ficción de la presencialidad”. Y agrega: “No queda claro quién va a asegurar las condiciones de infraestructura, en el marco de un recorte feroz a la educación pública. Tampoco el tema del transporte, ya que apelan a la buena voluntad de los trabajadores”. De este modo, según Fabrizio, se instala una especie de “guerra de pobres contra pobres”, al mismo tiempo que “se vuelca toda la responsabilidad en los directivos de las escuelas y se les pide que hagan un milagro, que garanticen los protocolos”.

¿Es posible sentarse a dialogar?

Las posturas hoy parecen lejanas, y el 17 de febrero se aproxima con una gran incertidumbre. En los dos colectivos, consultar acerca de la posibilidad de llegar a un consenso sirve para reforzar muchos de los argumentos propios e invalidar los contrarios.

“Hasta ahora hemos leído dos motivos para rechazar la vuelta a clases presenciales: uno que exige la vacunación masiva de los docentes y otro que apunta a la situación edilicia de muchos establecimientos. En cuanto a lo primero, estamos completamente en desacuerdo con que la vacuna sea una variable decisiva, porque ni los estudiantes ni la gran mayoría de los docentes integran los grupos de riesgo, amén de quienes tengan condiciones preexistentes, que están licenciados. En cuanto a lo segundo, compartimos la preocupación por las condiciones de higiene y seguridad que tienen que cumplir los edificios escolares. Pero ese reclamo debe dirigirse a las autoridades, y no ser una condición”, señala Navajas.

“Está instalada una falsa dicotomía entre el derecho inalienable a la educación y el de la salud, como si fueran opuestos. Para nosotros, se pueden garantizar ambos derechos si se espera un poco más. En este marco, sin un solo docente y familiar vacunado, es inviable. Nosotros apoyamos la presencialidad, pero cuando las condiciones estén dadas. Mientras tanto, se debe mantener la virtualidad y garantizar la conectividad y los dispositivos hasta que sea viable retornar a las aulas”, argumenta Fabrizio.

¿Cómo están las escuelas para volver?

Durante todo el mes en que la Ciudad se vio inmersa en este debate, el personal docente y directivo de las escuelas estuvo en receso. Como la fecha para el comienzo del ciclo lectivo se adelantó, el personal de Educación vivirá la vuelta al trabajo muy pegado a la fecha en que debería empezar a concurrir el alumnado. Por ello, distintos directores y rectores consultados coincidieron en no saber cómo afrontarían un regreso.

“Hoy, sé que tengo un termómetro, 4 litros de alcohol en gel y 8 botellas de alcohol al 70%. Esa es nuestra preparación”, cuenta una directora que prefirió mantener el anonimato.

Desde la Escuela Nº 19 Luis Pasteur, de Villa Devoto, Claudio Morales, docente, preceptor y delegado de UTE-CTERA, manifiesta que “no se trata de querer o no volver, sino de lo que es posible”. Y concluye: “Pensar que todo un mismo curso puede estar a un metro y medio de distancia en las escuelas de hoy en día es un absurdo. Y no hay forma de que estén todas las divisiones conviviendo en el establecimiento. Y aun suponiendo que está todo bien, ¿cómo se controlan los espacios comunes, los baños, el patio, los recreos? ¿Quién les dice a los alumnos que no se abracen, que no se den la mano? Nosotros con mucho esfuerzo logramos hacer cumplir un estricto protocolo para hacer los actos de colación de grado el año pasado, tenemos toda la voluntad. Pero no se puede actuar como si no hubiera pandemia”.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *