Picaresca criolla

En el Centro Cultural de la Cooperación, ubicado en avenida Corrientes 1543 de nuestra ciudad, todos los sábados a las 19.30 se presenta La vis cómica, con dirección de Mauricio Kartun. Entradas por Alternativa Teatral.
Por Pablo Sáez

Si algo tiene la producción de Mauricio Kartun es una fuerte relación con el humor. Y a eso alude el título de su última obra, una expresión latina que significa “capacidad de hacer reír”. La Vis Cómica, con su autoría y dirección, cumple su cuarta temporada y cosechó cuatro premios ACE. La fábula transcurre en las costas embarradas del Río de la Plata, de una Buenos Aires virreinal, adonde ha desembarcado la compañía teatral del vanidoso Angulo el Malo (Horacio Roca), que llega junto a su esposa Toña (Stella Gallazzi), actriz y costurera por encargo, el dramaturgo de la compañía Isidoro (Luis Campos), que ha financiado la expedición –para poder estrenar–, y su inefable perro Berganza (Cutuli), quien lleva el hilo narrativo de los sucesos y con ironía desnuda al público las convenciones teatrales de la presentación. Llegan en procura del éxito en una gira hacia Asunción y se encuentran varados en una ciudad sin corral de comedias donde el Cabildo ya tiene asignadas las pocas y dudosas presentaciones posibles.

La escena sucede en una atractiva propuesta plástica de Gabriela Fernández, a cargo de la escenografía y el vestuario, y de Leandra Rodríguez en la precisa iluminación. Una virtuosa coproducción original junto al Teatro San Martín –el estreno fue en la Cunil Cabanellas– permitió contar con viejos trajes de época cargados con pátina de puestas pasadas. Unos telones andrajosos, poca y clara utilería, completan la unidad de lugar donde en cinco jornadas excelentes intérpretes despliegan con gran histrionismo un texto que explota en imágenes disparadoras de risas y poderosas metáforas. Hablan del teatro, de sus miserias, trucos e ilusiones, sobre una trama que contiene la cruel parábola de la relación de los artistas con el poder. Y todo lo cuenta un perro, nacido en El coloquio de los perros de Cervantes, que encuentra en Kartun nueva vida y legítima continuidad a la picaresca que tanto nos define. Las puestas de este maestro son fruto de por lo menos un año de ensayo y muchos más de amasar y cocinar palabras cargadas de sensaciones y vida. Para ver y volver a ver.

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